La diabetes y la obesidad son epidemias gemelas relacionadas entre sí que amenazan con captar los sistemas mundiales de atención sanitaria en las dos próximas décadas. La prevalencia de ambas esta creciendo a un ritmo alarmante y es probable que, si no se toma ninguna medida, hasta 400 millones de personas sufrirán diabetes (fundamentalmente de tipo 2) en los próximos 15 a 20 años. Las cifras de obesidad resultan aún más preocupantes, pues la prevalencia infantil está experimentando incrementos gigantescos.
Así como hace 50 años la diabetes representaba una enfermedad rara en el mundo en fase de desarrollo, las tasas actuales parecen escalofriantes, incluso en los países más pobres. Por ejemplo, en Dar es Salaam, Tanzania, se ha multiplicado por cinco entre 1986 y 1997 y el único factor de importancia relacionado es el aumento de peso. Las cifras en la India son aún más crudas.
De hecho, gran parte de este aumento en la prevalencia de la diabetes es directamente imputable a la epidemia de obesidad. Si no hubiera personas con sobrepeso o con obesidad, la prevalencia de la diabetes tipo 2 se aproximaría al 1%, en lugar de la tasa actual del 4% en el Reino Unido y superior al 10% en muchos países.
La diabetes y la obesidad se asocian a una mortalidad y morbilidad significativas: infartos de miocardio, ACV y enfermedad vascular periférica, etc.
Es imprescindible tomar medidas a través de la prevención primaria para evitar la obesidad y la aparición de diabetes, así como las secuelas catastróficas entre las personas ya afectadas por estos trastornos.
Por supuesto, el mejor tratamiento posible, así como la estrategia de prevención primaria, es el control del peso junto con un incremento en la actividad física (es decir, cambio de los hábitos de vida). Esto es muy fácil de decir pero muy difícil de aplicar por la mayoría de las personas si están rodeadas de otras que no siguen estos consejos. ¡Pero es posible! (¡y esto lo escribe alguien que fue obeso!). Los profesionales sanitarios presuponen con demasiada frecuencia que nadie será capaz de observar las medidas generales propuestas y pasan de inmediato a la farmacoterapia.
Sin embargo, el problema no se resolverá hasta que se adopten medidas sociales concertadas. De hecho, los gobiernos toman cada vez más conciencia y se mueven más en torno a la obesidad, pero queda mucho camino por recorrer. Los grandes batallones de la industria alimentaria rápida y los fabricantes de gaseosas suponen un problema particularmente insidioso e ingrato.
Aun cuando se logren modificar los hábitos de vida, es muy posible que la diabetes requiera farmacoterapia, tal y como sucede hoy con la mayoría de los pacientes. Sin embargo, muchos de los tratamientos empleados en la diabetes tipo 2 se asocian a un aumento de peso por multitud de razones que se esbozan en el cuerpo del texto. Es preciso explicar cuidadosamente esto a los pacientes y adoptar las medidas necesarias para limitar la ingestión de alimentos.
No se ha demostrado todavía que los fármacos antiobesidad resulten seguros y eficaces a largo plazo; lo mismo cabe decir del tratamiento quirúrgico tan difundido en la obesidad y la diabetes tipo 2. Así como un incremento ligero de peso supone un precio relativamente bajo si comporta un mejor control glucémico, convendría que el peso corporal aumentara menos con el tratamiento. Además, el comienzo de la insulinoterapia suele demorarse en exceso entre los pacientes con una diabetes tipo 2 mal controlada.
Probablemente, el uso mejorado de las insulinas, en particular de las más recientes con larga acción, comporte menos incremento ponderal. De la misma manera, una mejor educación de los pacientes conllevaría un mayor control del peso.
Al final, gran parte de los esfuerzos terapéuticos actuales vienen exigidos por el incremento mundial en la obesidad. El cambio social es imprescindible, el incremento en la actividad física resulta crucial y la llamada a la acción parece esencial, si se desea evitar que el mundo se sumerja bajo el peso inadmisible de la diabetes y de los trastornos relacionados con la obesidad, la mayoría de ellos evitables.
Profesor Sir George Alberti
Fuente: Dieta Club Rafaela.
Sept. 2008