OBESIDAD Y MENOPAUSIA

La obesidad es causa de una considerable morbilidad y mortalidad, tiene un profundo impacto negativo sobre la calidad de vida, y se ha convertido en un problema social. Se considera que hay un exceso de peso cuando el IMC (índice de masa corporal) está entre 25,1 y 29,9 kg/m2 y obesidad a partir de 30. Sin embargo, teniendo en cuenta la morbilidad y mortalidad en función del peso, el IMC ideal debería estar en torno a los 22 kg/m2.
El organismo puede acumular una cantidad prácticamente ilimitada de grasa que produce trastornos serios en prácticamente todos los sistemas del organismo, especialmente cuando se acumula en el tronco. Los primeros síntomas pueden ser disnea por la acumulación de grasa intraabdominal que limita el espacio para los movimientos ventilatorios pulmonares. El segundo aspecto que aparece con un ligero exceso de peso es la sobrecarga sobre el sistema osteoarticular de las extremidades inferiores que pueden agravar una artrosis. Además, el sobrepeso produce mayor riesgo de cicatrización de las heridas postquirúrgicas y de infección de las mismas. La obesidad está relacionada con enfermedades como la diabetes mellitus tipo 2, hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia, enfermedad cardiovascular, hipertensión, accidentes cerebrovasculares, colelitiasis, síndrome de apnea del sueño y cáncer. Además, la obesidad produce alteraciones emocionales y sociales, estrés psicológico y discriminación social.
Las relaciones entre tejido adiposo, masa muscular y tejido óseo son de especial importancia en el climaterio. Mediante estudios de absorciometría de doble fotón se ha demostrado que las mujeres postmenopáusicas sufren un aumento en la proporción de grasa en el tronco o de tipo androide y del cociente grasa del tronco/grasa de las extremidades inferiores, sin que se produzca un aumento significativo de la masa grasa corporal total.
La obesidad está asociada con factores de riesgo cardiovascular tales como hipertensión arterial, dislipemias, intolerancia a los hidratos de carbono, ateroesclerosis y cardiopatía isquémica. Posiblemente el factor integrador causal es la resistencia a la insulina y el hiperinsulinismo.
Los estrógenos participan de alguna forma en la distribución corporal de la grasa. El THR reduce la obesidad central y modifica los indicadores de riesgo coronario en las mujeres menopáusicas.
El ejercicio físico moderado y regular es de una gran importancia para reducir el riesgo cardiovascular de la mujer climatérica. En las mujeres menopáusicas sedentarias con ligera hiperlipemia, sin THR y sin adicción al tabaco, el ejercicio moderado durante unos 55 minutos diarios durante seis meses disminuye el colesterol total, triglicéridos, el peso y la masa grasa a pesar de no modificarse los hábitos alimenticios.
Ref.: http://www.elsiglodetorreon.com.mx/ - 5 de Octubre de 2008



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